
En una noche emocionante y tensa, el Congreso del Perú decidió destituir a la presidenta Dina Boluarte de manera expeditiva, un golpe significativo que pone fin a su mandato apenas seis meses antes de las elecciones generales programadas para 2026. La decisión se adoptó mediante cuatro mociones de vacancia, que declaran la «permanente incapacidad moral» de Boluarte para abordar la creciente inseguridad ciudadana y el auge del crimen organizado en el país.
La votación final contó con 122 diputados a favor de la destitución, lo que supera ampliamente el umbral de los 87 votos necesarios para aprobar la moción. La sesión parlamentaria se desarrolló en un ambiente tenso, donde la presidenta y sus defensores intentaron convencer a los legisladores para que reconsideraran su postura.
La destitución de Boluarte fue el resultado de una serie de críticas dirigidas contra ella por no haber podido contener la situación de seguridad en el país. La inseguridad ciudadana ha aumentado significativamente en los últimos tiempos, lo que ha generado un ambiente de incertidumbre y desesperanza entre la población.
La crisis de seguridad se suma a la preocupante situación económica del Perú, donde la inflación está en niveles históricos y la pobreza afecta a una gran parte de la población. La combinación de estos factores ha generado un clima político inestable que ha llevado a la destitución de Boluarte.
La presidente saliente ha sido duramente criticada por su falta de acción efectiva para abordar los problemas de seguridad y su estilo de liderazgo, que muchos han descrito como autoritario y desarticulado. La oposición política y los líderes sociales han exigido su renuncia desde hace tiempo, argumentando que no puede ser ella quien impulse los cambios necesarios para mejorar la situación del país.
La destitución de Boluarte abre camino a una nueva etapa en el Perú, donde se espera un nuevo liderazgo que pueda impulsar reformas y soluciones efectivas para abordar los problemas de seguridad y desarrollo. Sin embargo, también genera incertidumbre sobre quién asumirá el poder y cómo afectará la situación política y económica del país.
La destitución de Boluarte es un golpe importante para el Perú, que busca encontrar una nueva forma de hacer política y gobernar después de décadas de crisis políticas y económicas. La salida de la presidenta saliente abre camino a una nueva etapa en la historia del país, donde se esperan cambios significativos y posibles innovaciones en la forma en que se gobierna el Perú.